PERSEGUIDOS…pero no derribados
- Eduardo Alvarado
- hace 7 días
- 2 Min. de lectura
“si uno de los miembros sufre, los
demás comparten su sufrimiento; y si
uno de ellos recibe honor, los demás se
alegran con él.” (1 corintios 12:26)
Algunos de nuestros miembros sufren; me refiero a un verdadero sufrimiento. Muchos observadores bien informados están convencidos de que vivimos en la era de mayor persecución cristiana de toda la historia. Sorprendente, ¿no? Nunca antes tantos cristianos han sido perseguidos por sus creencias y fe en Jesús. Se estima que entre 200 y 350 millones de cristianos están en riesgo. Como están tan lejanos de nuestra experiencia diaria, muchas veces no reconocemos que estos cristianos son parte del cuerpo.
Varios libros recientes contienen testimonios alarmantes de testigos oculares del terrible sufrimiento de cristianos en manos de sus perseguidores. Aunque a veces experimentamos persecuciones moderadas, como que nos ignoren y no nos asciendan en el trabajo. En otros países, los creyentes en cantidades horrorosas son encarcelados, torturados y ejecutados. Algunas veces, a los padres creyentes les quitan a los hijos como castigo por su fe. A estos niños se les obliga a ser esclavos (o cosas peores). En nuestra generación, hay personas cuyos nombres nunca conoceremos, que han soportado que les quiebren un miembro, o les quemen la piel por negarse a renunciar al nombre de Jesús. El libro de la Vida del Cordero registra a cientos de miles de fieles seguidores que han dado sus vidas por la causa de Cristo Jesús. Mi corazón se dolió profundamente al leer las palabras de un abogado judío norteamericano que hace todo lo posible por alertar a la gente influyente sobre esta persecución. Su recuerdo de los crímenes nazis contra los judíos enciende su preocupación por los cristianos perseguidos. No puede creer porque los cristianos estadounidenses parecen insensibles y ajenos al sufrimiento de sus compañeros de fe. Podemos ofrecer una razón, pero excusar nuestra falta de preocupación, es porque estamos desinformados. Estos creyentes que sufren son nuestros hermanos en Cristo. El apóstol Pablo nos dice que “Cristo es la cabeza y por la acción de ésta, todo el cuerpo, sostenido y ajustado mediante las articulaciones y ligamentos, va creciendo como Dios quiere”. (Colosenses 2:19 NVI). ¡Alabado sea Dios! El cuerpo está creciendo, pero sufre por ligamentos desgarrados. Nuestros conectores son débiles. ¿Cómo podemos fortalecer los ligamentos? ¡la clave es la oración intercesora! ¡Ah, si Dios aumentara nuestro sentido de conexión con los creyentes de todo el mundo! Ellos son parte de nosotros. Muchos sufren horrendamente. ¿Permitiremos que impregnen nuestros pensamientos y nos hagan derramar una lagrima o dos? Podemos doblar las rodillas, presentar nuestra preocupación en intercesión y ponernos en la brecha por ellos. Jesús actuará como resultado directo de la oración intercesora. Pasaremos la eternidad con nuestros hermanos. Un día ellos se enterarán de que nos preocupamos. Oiremos sus testimonios y seguramente pensaremos: “el mundo no merecía gente así” (hebreos 11:38)
(Tomado con permiso de "Quebrando mi alabastro"; Magda C.S. Boggie)

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